martes, 31 de mayo de 2005

Pena

La pena es una cosa extraña; nos deja totalmente desamparados. Es como una ventana que se abriera sola; la habitación se queda fría, y lo único que podemos hacer es tiritar. Pero cada vez se abre un poco menos y un poco menos, hasta que un día nos preguntamos qué habrá pasado con ella.

Memorias de una Geisha (Arthur Golden)

Dos o tres segundos de ternura

Estoy pasando un bache,
un revés, un agujero,
un no sé qué me ocurre
que ni yo mismo me entiendo...
No me apetece nada,
nada más que estar adentro,
pero no de tu vientre
sino de tus sentimientos.
Quisiera que supieras
que no tengo otro deseo
que estar entre tus brazos
como quien pide consuelo,
sentirte toda mía,
sin lujurias ni misterios,
como siento la sangre
que circula por mi cuerpo.

No me hace falta la luna
ni tan siquiera la espuma,
me bastan solamente dos
o tres segundos de ternura.

A veces me pregunto
si no me causa respeto
el paso de los años
desgastando nuestros besos
así como el derroche
de algo más que mucho tiempo
sin vernos un instante
más allá de los espejos.
Por eso necesito,
aunque sé que es un exceso,
que tus ojos me digan
algo así como: de acuerdo,
estoy aquí a tu lado
para que no tengas miedo
al miedo de estar solos,
solos en el universo.

L.E.Aute

Carta

A Julio Cortázar.

Escribo una carta. ¿A quién?
A alguien que está detrás de acaso.
El destinatario me deja su respuesta
a cada momento y en cualquier buzón.
Su mensaje sin firma se ilumina
con una claridad de amanecer.
El texto no parece divino ni anónimo.
Contiene letras que trascienden el poder
de la razón.
El tiempo me responde casi siempre
con su caligrafía inesperada.

María Cristina Arostegui

domingo, 29 de mayo de 2005

Espero curarme de ti

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: "qué calor hace", "dame agua", "¿sabes manejar?", "se hizo de noche"... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te quiero".)

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Jaime Sabines

jueves, 26 de mayo de 2005

Te quiero

Te lo he dicho con el viento,
jugueteando como animalillo en la arena
o iracundo como órgano impetuoso;

Te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas;

Te lo he dicho con las plantas,
leves criaturas transparentes
que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,

te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta:
más allá de la vida,
quiero decírtelo con la muerte;
más allá del amor,
quiero decírtelo con el olvido.

Luis Cernuda

lunes, 16 de mayo de 2005

Tirteo

¿Qué tienes, dime, Musa de mis cuarenta años?
-Nostalgias de la tierra, de la mar y del colegio...

R.Alberti

viernes, 13 de mayo de 2005

Contracorriente

Esto es para los locos
los inconformes
los rebeldes
los polémicos
los que van contra la corriente.

Para los que ven las cosas
de una manera diferente.
Los que no siguen las reglas
ni respetan lo establecido.

Podés alabarlos
estar en desacuerdo con ellos
citarlos, glorificarlos o condenarlos,
pero lo único que no podés hacer
es ignorarlos.

Porque ellos
son los que cambian las cosas.
Ellos inventan
imaginan, curan
exploran, crean, inspiran,
juegan, dan rienda suelta
a la imaginación.
Ellos impulsan a la humanidad
hacia adelante.

A lo mejor ellos
tienen que estar locos.
De lo contrario
¿cómo se podría observar
un lienzo vacío
y ver una obra de arte?
O sentarse en silencio y escuchar
una canción que aún no se escribió.
O contemplar
un planeta rojo y ver
un laboratorio sobre ruedas.

Y mientras que algunos los ven como locos
otros los vemos como genios.
Porque los que están tan locos
como para creer que pueden
cambiar el mundo
son quienes lo hacen.


Y vos..
¿Cuánto permiso te das
para tu locura?
¿Cómo te cae que otros
no puedan ver lo que vos ves?
¿Qué espacio le das a tus nuevas ideas
a tus ocurrencias?
¿De qué manera pueden
cambiar las cosas
si no es arriesgando algo
construyendo algo nuevo
viendo donde otros no ven
aprovechando posibilidades?

Creer que
en medio de tanta crisis
no hay nada que hacer
es lo que hacen todos.

Encontrar una salida
y explorarla
es para unos pocos.

¿En qué grupo elegís estar?...


(Recibido por mail. Desconozco el autor)

jueves, 12 de mayo de 2005

Lo que no supiste decir...



Encontrado en Internet. Desconozco autor

Alicia

Un día Alicia llegó a una encrucijada en el camino y vio al gato de Cheshire trepado en un árbol.
Hola minino—, dijo Alicia, —¿qué camino debo tomar?
¿Dónde quieres ir?—, preguntó el gato.
No lo sé—, contestó Alicia.
Entonces no importa qué camino tomes—, dijo el gato.

(Lewis Carrol, Alicia en el País de las Maravillas)

martes, 10 de mayo de 2005

Ahora

ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada

Alejandra Pizarnik

lunes, 9 de mayo de 2005

Cuanto puedas

Y si no puedes hacer tu vida como la quieres,
en esto esfuérzate al menos
cuanto puedas: no la envilezcas
en el contacto excesivo con la gente,
en demasiados trajines y conversaciones.

No la envilezcas llevándola,
trayéndola a menudo y exponiéndola
a la torpeza cotidiana
de las compañías y las relaciones,
hasta que llegue a ser pesada como una extraña.

Constantin Kavafis.