A Julio Cortázar.
Escribo una carta. ¿A quién?
A alguien que está detrás de acaso.
El destinatario me deja su respuesta
a cada momento y en cualquier buzón.
Su mensaje sin firma se ilumina
con una claridad de amanecer.
El texto no parece divino ni anónimo.
Contiene letras que trascienden el poder
de la razón.
El tiempo me responde casi siempre
con su caligrafía inesperada.
María Cristina Arostegui
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