Si siempre es lo mismo, llega el aburrimiento. Si ya no es lo mismo, llega el desencanto y la frustración. Odiamos y amamos la rutina tanto como amamos y odiamos el cambio. Somos raros y contradictorios, pero no podemos evitarlo. Forma parte de nuestra forma de ser.
Juan Carlos Ortega (Buenos días Sócrates)
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