domingo, 4 de septiembre de 2005

He aquí que tu estás sola

He aquí que tu estás sola y que yo estoy solo.
Haces cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.
.
Yo no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra, a flor, hueles a amor, y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tu me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en estos brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.

Jaime Sabines

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas veces el dolor del amor es autoinflingido. Nos negamos a olvidar aunque somos conscientes de que lo haremos queramos o no, y así mantenemos a marchas forzadas viva una realidad que debería estar muerta y enterrada excepto para los recuerdos en noches de borrachera y la literatura. Dos realidades asombrosamente paralelas, si le preguntasen a Charles Bukowski.

Muy buen poema, buena elección. Saludos.

Comentario realizado por Ed Crane el Domingo, 4 Septiembre 2005 22:52

Anónimo dijo...

Holas Niebla, llego a tu blog desde el vagamundo.
Bonita selección, te visitaré con tu permiso.
Un saludo.

Comentario realizado por incondicional el Domingo, 11 Septiembre 2005 19:31